domingo, 21 de noviembre de 2010

Vengo de irme...

   De despedirme vengo, del Océano Pacífico, aclaro, por un tiempo.

   Mis pasos ahora van hacia el interior y los idem.

   Dejo, pues, a mi espalda este oceanote grandote, de playas salpicadas de banderas rojas y alguna caleta, bien pocas, donde dan tregua al bañista. Este oceanote de aguas indomables, de  resaca y tente tieso. Este oceanote de arenas poderosas y grisáceas. Este oceanote de Humbolts y otros que le van añadiendo sus apellidos como los mejillones se adhieren a las rocas. Sobrio cual románico, las olas van llegando con su grueso contrafuerte, que parece que hayan de soportar la América toda, como si se venciera hacia este lado.

   A este mar de mares dejo, por ahora, a mi espalda, que los interiores ( los de la Pachamama y los que uno lleva dentro por descubrir aún) me reclaman.


   Creo que por un tiempo, quizás meses.


  

3 comentarios:

  1. Este oceanote te ha despertado la vena poética, ¿eh?

    A ver qué otras venas te despierta el interior.
    Besos para la travesía.

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  2. Qué envidia de océano, aprovéchate de esos iones negativos cuando rompen las olas o queda la resaca. Son salud para el cuerpo, mente y espíritu. Ahora que ya dejas el mar, siempre habrá ríos, saltos,...que te ionizarán. Besos desde mi casita, no he ido a trabajar porque me ha entrado...ciática! te lo puedes creer? qué mala es la edad!!!

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  3. Vuelvo a volver y compruebo que aún vienes de irte.
    Que las aguas y el secano te sean favorables.

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