domingo, 12 de diciembre de 2010

Gajes del viajero, o los socavones del camino...

 
   Querid@s del otro lado del blog y del océano ( l@s más): las andanzas blogueras de este primaveras parece que se truncan, al menos por un tiempo.
 
   Su retraso ( aprovecho para disculparme) deviene parón. Ayer nomás me robaron toda la mochila tecnológico-informática, amén de otras cosa de valor: ordenador, cámara de fotos ( con sus más de 3.000), radio, accesorios, gafas ( de sol y graduadas), linterna, medicación que tomaba ( nada grave, pero...), guía ( te la repondré, Jorge), libros ( lo siento, Ernesto; sin leer estaba)...Hasta el papel higiénico, joder.
 
   Yo pensaba, uf, qué putada, pero al menos me han respetado la chamarra de goretex de milones de maravedíes. Pues mientras pleiteaba con los polis, zas, me la levantan; como os lo cuento. De traca, vamos.
 
   No es por los más de 1.000 euritos ( no hay, claro está, seguro), sino por la desazón que se te queda cuando te quitan de tirón el cordón umbilical con los afectos: el cuaderno con las notas para escribir-os, las direcciones de las gentes maravillosas que he ido conociendo en el camino, las fotos...Todo eso desaparece de golpe y duele, duele mucho.
 
   Y la cabeza, que no deja de recrear, imaginar y otros tiovivos.
 
   El camino tiene esto también; socavones donde quien va a saltos de alegría a veces no ve y se estampa.
 
   Sigue habiendo camino, y espero seguir disfrutándolo, aunque me vais a faltar mucho mucho; no tanto las cosas, vosotr@s. Si antes era complicado enviar entregas, ahora ya no sé...En fin, disculpadme si no encuentro cómo hacerlo, eh.
 
   Dos lecciones( caras caras) he aprendido. Digo, en lo inmediato. Una, que cuando uno viaja solo las hienas te atacan; era el único blanquito en el bus ( fue en el autobús La Paz-Cochabamba). Recuerdo ahora que cuando vamos más de uno, la cosa cambia mucho.
 
   Dos: la absoluta y total ineficacia, incompetencia, inutilidad supina, de las policías de por aquí. Y no solo la falta de medios ( en la Unidad Especial contra el Crimen no saben escribir, ni tienen bolígrafo, ni teléfono), sino la dejadez e inoperancia de las personas. Criminalizar a la víctima; solo eso hacen. Ah, y llamarnos racistas; está de moda-Morales.
 
   Querid@s mi@s, os dejo por ahora. En las páginas del blog, que no en el camino y sus polvos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Comienzan las "javieradas"...

Ya tardaba, ya, el bueno de Javier en caer en alguna de las suyas ( suyas sus sogas, suyos sus trompicones). Y no será la última, témome.
Nuestro tontaina alquiló su bici y se lanzó a hacer ese recorrido que todo el mundo aseguraba era fácil: Pukará de Quitor, Garganta del Diablo y Catarpe.
¡Bien por el comienzo: encuentra el camino sin perderse una sola vez!
Ya adentrado en el camino se va extrañando de que, cual escena de El Expreso de Medianoche, todo el mundo viene de frente, nadie en su dirección. Algo raro, pues no son las 16 h. todavía.
Bueno, sigamos. Más de lo mismo: vienen y vienen; nadie va, salvo yo mismo amén.
Parada en el Pukará de Quirón.
Se llaman pukarás a esas construcciones defensivas que los atacameños hacían para defenderse, ya entre ellos, ya de los Incas, ya luego de los españoles. Obviamente, en cerros apropiados, como este en Quirón, famoso por ser el último que resistió a Pedro de Valdivia. Que, además,. está bastante conservado y aun restaurado en parte.
Seguimos.
¡Coño, un rio! ¿ Y esto? Nadie me había dicho. Busquemos por donde cruzarlo. Pues parece que no queda más remedio que echarse con la bici. Con algo de carrerilla, lo sortearemos; malo será. Malo fue. Como suele pasar en estos casos ( ¡olé por Murphy!) justo en mitad, al agua que caigo. ¡Qué le vamos a hacer, tampoco es tan grave!
Seguimos. Y ya nadie en derredor, ni de frente siquiera. Raro, raro.
Al Cañon del Diablo pues.
Impresionante. Un desfiladero más terroso que rocoso, pero angosto en un punto que hay que dejar la bici y seguir a pie. Precioso, espectacular. ¡Qué raro que nadie ande por aquí, no!
La verdad, es acojonante y acojona un poco. De esos lugares donde la soledad y el silencio atenazan. Y más al cobardica de nuestro héroe de pacotilla.
Hala, volvamos al camino, que no hay por qué tentar en exceso y ya hemos visto un buen tramo del Cañon.
En eso estamos cuando, al doblar una loma, zas, tres perrazos enormes. Bien de adrenalina y de recuerdos de pasadas experiencias perrunas al cerebro ( quizás recordéis la aventurilla del Gran Hijo del Can en Palmira del año pasado...), apresurada media vuelta y a tope de pedaladas sin más dilación. ¡Coño, el río de antes! Más de lo de antes, pues. Y, con el miedo, a buscar otra dirección bordeando. Y unos metros más allá, otra caída al agua. Y otra para seguir escapando y esconderme un rato.
Chipiado y acojonado, me entretengo en seguir acojonado y escondido. Ya al rato me atrevo a salir. ¡Pero si hay que volver a cruzar el puto río! Pues hala, otra de agua.
¿Sabéis cómo se llamaba el río? Putama, que ya tiene guasa, ya.
Y a seguir. Y nadie en derredor, ni hombres ni canes. Y vamos haciendo kms. y horas. Raro, raro.
Se divisa Catarpe y se acerca el crepúsculo, y yo aquí, solo y mojado. ¡A que pasa cualquier cosa y se me echa la noche encima! Y yo con estos pelos ( léase mojado y con cara de susto). De vuelta sin más.
Orden recibida, orden acatada. A S. Pedro Atacama sin más demora.
Ah, el río; ya sabéis...
Y a toda pastilla al punto de salida. Y ahí sí, ya al final del trayecto de vuelta me cruzo con dos personas, uf.
Y llego al pueblo con bien. Helados los pies, añado.
Me cambio, agarro cuanto puedo de abrigo y voy a devolver la bici, que cierran a las 21 h.
No servirá de nada a la literatura de aventuras, pero quizás sí a la objetividad saber que luego vi a esos mismos canes paseando por las calles de SPA. Ni eran tan grandes, ni tan solitarios ( su dueño los seguía).


La Serena y el cielo idem


Dejamos a nuestro intrépido Primaveras camino de La Serena, ciudad a la que llegó con bien tras sus buenas 16+2 horas de bus. Digo + 2 porque, con ser domingo no había pasajes en los buses directos y tuve que coger ( perdón, tomar) uno que iba a Calama y, de allí, esperar un rato y otro para S. Pedro de Atacama.
Primer contacto con los buses que llevan semicama y cama; arriba y abajo, respectivamente.
Son, evidentemente, más cómodos y te dan hasta cena ( muy similar al plástico alimenticio de los aviones), pero un bus es un bus y 16 horas de noche pesan, independientemente de altura o latitud.
Digresión: en SPA, hablando con un guía que provenía de Santiago, aunque estaba afincado allí, me decía que cada tanto iba a Santiago a ver a su hija. Ante mi asombro al recordarle que distaba muchos kms. él zanjó la cuestión con un sencillo y claro: " solo son 24 h., un solo día de viaje". Y no le faltaba razón numérica. De nuevo se nos evidencia que hay muchas cosas relativas, hasta Einstein resulta relativo a veces, ¿no?
La Serena, segunda ciudad fundada en el hoy Chile ( a Pedro de Valdivia el omnipresente se le hacía demasiado largo el tramo Santiago-Lima y decidió que convenía a sus tropas parar en algún punto del camino y, de paso, crear una cierta infraestructura admtva.-militar) hace honor a su nombre, a fe mia.
NI demasiado grande ni pequeña, ni fría ni cálida resulta acogedora. A su lado, tocándosen ya, Coquimbo, otro Benidorm-Villa del Mar.
Feliz encuentro en el hostel con Geo y Marion, pareja de dos, francesa, que recién llegan de N. Zelanda en su viaje alrededor del mundo de un año. Con ellos visito la ciudad y hacemos alguna excursión, pero eso ya es cosa de la siguiente entrada...









De cómo el cielo andino se ve que te ve...



Alguna excursión, decíamos. La primera, al observatorio Mamalluca. Aclaraciones al tiro: observatorio astronómico y Mamalluca quiere decir montaña resbaladiza.
Hay que decir que en esta zona de los Andes ( La Serena está en la costa, pero en un rato nos metemos en cordillera) el cielo es tan limpio que se han instalado 6 observatorios de entidades norteamericanas y europeas.
Cierta decepción al saber, ya en viaje, que Mamalluca es un observatorio para turistas y no uno profesional en uso. Bueno, es lo que hay. Ah, también hay luna llena, lo que impide ver las galaxias y demás con claridad; demasiada luz.
No sé si debería apostillar que hacía frío, bastante frío.
En todo caso, experiencia fantástica: explicación astronómica sobre el origen del universo, proyección en bóveda y comentarios varuios a cargo de guías astrónomos. Y la luna, y Júpiter, y el cielo austral, tan distinto al nuestro ( norte).



Tras las huellas de Gabriela Mistral...



Dos premios Nobel de literatura otorgan a Chile un lugar de prevalencia en las letras.
Ya hablamos del camarada Pablo Neruda ( más bien de sus casas); ahora toca la Mistral.
Sí, Gabriela MIstral, la segunda mujer en obtener el Nobel era chilena, nacida por estas tierras, en un pueblo del Valle de Elqui, aquí al lado, vamos. Vicuña es el nombre del pueblo.
Antes, dos informaciones al tiro: el Valle de Elqui es un lugar conocido en todo Chile por producir la mayor parte del licor llamado pisco, el más popular en Chile. Una especie de aguardiente de cerca de 40º que sale de la fermentación de una variedad de uva.
Con el tiempo, va aumentando la producción de vino en el Valle, pero el pisco sigue bien presente. Todo esto en detrimento de los frutales, que se han ido arrancando a destajo para el cultivo de la vid; exportación manda.
Pero lo que sorprende al viajero cuando visita el Valle es el milagro del agua: desde la ruta el verde de los viñedos, poderoso, supone el motivo central en un cuadro alargado en el que el marco, tremendo de grande y de gris, lo ensalza. Un espectáculo.
Y una singular proeza humana, pues aquí solo llueve unos 15 días al año. Ahora bien, el aprovechamiento del recurso es sorprendente ya desde antaño.
En el camino, la Ruta G. Mistral, el pueblo G. Mistral, el puente G. MIstral, el museo G. MIstral, el polideportivo G. MIstral, las plazas y calles G. MIstral...
Gabriela Mistral nació, claro, en este Valle, en Vicuña, pero al poco su familia se mudó a Monte Grande, otro pueblecito del Valle, donde pasó su infancia y adonde pidió ser llevada muerta por haber sido el tiempo más feliz que recordaba haber vivido. Hasta legó los derechos de su obra a los curas de la zona para su administración en beneficio del pueblo.
Se hacía llamar Gabriela Mistral ( Gabriela por una poeta de la época y de la zona y Mistral por el viento del Valle), pero fue bautizada como Lucila del Perpetuo Socorro. Y fue bautizada apenas nacida, pues se la veía tan débil que temían muriera; así la encomendaron al Perpetuo Socorro.
Fue nombrada cónsul de Chile en varios lugares del mundo, entre ellos Madrid, donde se codeó con MIguel Hernández, F. Gª Lorca y otros muchos y llegó a obtener el premio nacional de literatura de Chile ¡6 años después que el Nobel!
Su poesía es a veces desgarradora ( en lo poco que la he leído, eh) y se sabe, detalle sin importancia hoy, no así en su época y sociedad, que era lesbiana.



Al tercer día en La Serena viene Tais, un holandés trabajando en Chile por unos meses que se presenta con la inmediata disculpa por el feo partido de su selección en la final del mundial de Sudáfrica. Para las chicas informo que este verano hubo mundial de fútbol.



Y con estas gratas impresiones en retina y corteza cerebral ponemos rumbno a San Pedro Atacama; el desierto más desierto del mundo nos espera.