domingo, 12 de diciembre de 2010

Gajes del viajero, o los socavones del camino...

 
   Querid@s del otro lado del blog y del océano ( l@s más): las andanzas blogueras de este primaveras parece que se truncan, al menos por un tiempo.
 
   Su retraso ( aprovecho para disculparme) deviene parón. Ayer nomás me robaron toda la mochila tecnológico-informática, amén de otras cosa de valor: ordenador, cámara de fotos ( con sus más de 3.000), radio, accesorios, gafas ( de sol y graduadas), linterna, medicación que tomaba ( nada grave, pero...), guía ( te la repondré, Jorge), libros ( lo siento, Ernesto; sin leer estaba)...Hasta el papel higiénico, joder.
 
   Yo pensaba, uf, qué putada, pero al menos me han respetado la chamarra de goretex de milones de maravedíes. Pues mientras pleiteaba con los polis, zas, me la levantan; como os lo cuento. De traca, vamos.
 
   No es por los más de 1.000 euritos ( no hay, claro está, seguro), sino por la desazón que se te queda cuando te quitan de tirón el cordón umbilical con los afectos: el cuaderno con las notas para escribir-os, las direcciones de las gentes maravillosas que he ido conociendo en el camino, las fotos...Todo eso desaparece de golpe y duele, duele mucho.
 
   Y la cabeza, que no deja de recrear, imaginar y otros tiovivos.
 
   El camino tiene esto también; socavones donde quien va a saltos de alegría a veces no ve y se estampa.
 
   Sigue habiendo camino, y espero seguir disfrutándolo, aunque me vais a faltar mucho mucho; no tanto las cosas, vosotr@s. Si antes era complicado enviar entregas, ahora ya no sé...En fin, disculpadme si no encuentro cómo hacerlo, eh.
 
   Dos lecciones( caras caras) he aprendido. Digo, en lo inmediato. Una, que cuando uno viaja solo las hienas te atacan; era el único blanquito en el bus ( fue en el autobús La Paz-Cochabamba). Recuerdo ahora que cuando vamos más de uno, la cosa cambia mucho.
 
   Dos: la absoluta y total ineficacia, incompetencia, inutilidad supina, de las policías de por aquí. Y no solo la falta de medios ( en la Unidad Especial contra el Crimen no saben escribir, ni tienen bolígrafo, ni teléfono), sino la dejadez e inoperancia de las personas. Criminalizar a la víctima; solo eso hacen. Ah, y llamarnos racistas; está de moda-Morales.
 
   Querid@s mi@s, os dejo por ahora. En las páginas del blog, que no en el camino y sus polvos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Comienzan las "javieradas"...

Ya tardaba, ya, el bueno de Javier en caer en alguna de las suyas ( suyas sus sogas, suyos sus trompicones). Y no será la última, témome.
Nuestro tontaina alquiló su bici y se lanzó a hacer ese recorrido que todo el mundo aseguraba era fácil: Pukará de Quitor, Garganta del Diablo y Catarpe.
¡Bien por el comienzo: encuentra el camino sin perderse una sola vez!
Ya adentrado en el camino se va extrañando de que, cual escena de El Expreso de Medianoche, todo el mundo viene de frente, nadie en su dirección. Algo raro, pues no son las 16 h. todavía.
Bueno, sigamos. Más de lo mismo: vienen y vienen; nadie va, salvo yo mismo amén.
Parada en el Pukará de Quirón.
Se llaman pukarás a esas construcciones defensivas que los atacameños hacían para defenderse, ya entre ellos, ya de los Incas, ya luego de los españoles. Obviamente, en cerros apropiados, como este en Quirón, famoso por ser el último que resistió a Pedro de Valdivia. Que, además,. está bastante conservado y aun restaurado en parte.
Seguimos.
¡Coño, un rio! ¿ Y esto? Nadie me había dicho. Busquemos por donde cruzarlo. Pues parece que no queda más remedio que echarse con la bici. Con algo de carrerilla, lo sortearemos; malo será. Malo fue. Como suele pasar en estos casos ( ¡olé por Murphy!) justo en mitad, al agua que caigo. ¡Qué le vamos a hacer, tampoco es tan grave!
Seguimos. Y ya nadie en derredor, ni de frente siquiera. Raro, raro.
Al Cañon del Diablo pues.
Impresionante. Un desfiladero más terroso que rocoso, pero angosto en un punto que hay que dejar la bici y seguir a pie. Precioso, espectacular. ¡Qué raro que nadie ande por aquí, no!
La verdad, es acojonante y acojona un poco. De esos lugares donde la soledad y el silencio atenazan. Y más al cobardica de nuestro héroe de pacotilla.
Hala, volvamos al camino, que no hay por qué tentar en exceso y ya hemos visto un buen tramo del Cañon.
En eso estamos cuando, al doblar una loma, zas, tres perrazos enormes. Bien de adrenalina y de recuerdos de pasadas experiencias perrunas al cerebro ( quizás recordéis la aventurilla del Gran Hijo del Can en Palmira del año pasado...), apresurada media vuelta y a tope de pedaladas sin más dilación. ¡Coño, el río de antes! Más de lo de antes, pues. Y, con el miedo, a buscar otra dirección bordeando. Y unos metros más allá, otra caída al agua. Y otra para seguir escapando y esconderme un rato.
Chipiado y acojonado, me entretengo en seguir acojonado y escondido. Ya al rato me atrevo a salir. ¡Pero si hay que volver a cruzar el puto río! Pues hala, otra de agua.
¿Sabéis cómo se llamaba el río? Putama, que ya tiene guasa, ya.
Y a seguir. Y nadie en derredor, ni hombres ni canes. Y vamos haciendo kms. y horas. Raro, raro.
Se divisa Catarpe y se acerca el crepúsculo, y yo aquí, solo y mojado. ¡A que pasa cualquier cosa y se me echa la noche encima! Y yo con estos pelos ( léase mojado y con cara de susto). De vuelta sin más.
Orden recibida, orden acatada. A S. Pedro Atacama sin más demora.
Ah, el río; ya sabéis...
Y a toda pastilla al punto de salida. Y ahí sí, ya al final del trayecto de vuelta me cruzo con dos personas, uf.
Y llego al pueblo con bien. Helados los pies, añado.
Me cambio, agarro cuanto puedo de abrigo y voy a devolver la bici, que cierran a las 21 h.
No servirá de nada a la literatura de aventuras, pero quizás sí a la objetividad saber que luego vi a esos mismos canes paseando por las calles de SPA. Ni eran tan grandes, ni tan solitarios ( su dueño los seguía).


La Serena y el cielo idem


Dejamos a nuestro intrépido Primaveras camino de La Serena, ciudad a la que llegó con bien tras sus buenas 16+2 horas de bus. Digo + 2 porque, con ser domingo no había pasajes en los buses directos y tuve que coger ( perdón, tomar) uno que iba a Calama y, de allí, esperar un rato y otro para S. Pedro de Atacama.
Primer contacto con los buses que llevan semicama y cama; arriba y abajo, respectivamente.
Son, evidentemente, más cómodos y te dan hasta cena ( muy similar al plástico alimenticio de los aviones), pero un bus es un bus y 16 horas de noche pesan, independientemente de altura o latitud.
Digresión: en SPA, hablando con un guía que provenía de Santiago, aunque estaba afincado allí, me decía que cada tanto iba a Santiago a ver a su hija. Ante mi asombro al recordarle que distaba muchos kms. él zanjó la cuestión con un sencillo y claro: " solo son 24 h., un solo día de viaje". Y no le faltaba razón numérica. De nuevo se nos evidencia que hay muchas cosas relativas, hasta Einstein resulta relativo a veces, ¿no?
La Serena, segunda ciudad fundada en el hoy Chile ( a Pedro de Valdivia el omnipresente se le hacía demasiado largo el tramo Santiago-Lima y decidió que convenía a sus tropas parar en algún punto del camino y, de paso, crear una cierta infraestructura admtva.-militar) hace honor a su nombre, a fe mia.
NI demasiado grande ni pequeña, ni fría ni cálida resulta acogedora. A su lado, tocándosen ya, Coquimbo, otro Benidorm-Villa del Mar.
Feliz encuentro en el hostel con Geo y Marion, pareja de dos, francesa, que recién llegan de N. Zelanda en su viaje alrededor del mundo de un año. Con ellos visito la ciudad y hacemos alguna excursión, pero eso ya es cosa de la siguiente entrada...









De cómo el cielo andino se ve que te ve...



Alguna excursión, decíamos. La primera, al observatorio Mamalluca. Aclaraciones al tiro: observatorio astronómico y Mamalluca quiere decir montaña resbaladiza.
Hay que decir que en esta zona de los Andes ( La Serena está en la costa, pero en un rato nos metemos en cordillera) el cielo es tan limpio que se han instalado 6 observatorios de entidades norteamericanas y europeas.
Cierta decepción al saber, ya en viaje, que Mamalluca es un observatorio para turistas y no uno profesional en uso. Bueno, es lo que hay. Ah, también hay luna llena, lo que impide ver las galaxias y demás con claridad; demasiada luz.
No sé si debería apostillar que hacía frío, bastante frío.
En todo caso, experiencia fantástica: explicación astronómica sobre el origen del universo, proyección en bóveda y comentarios varuios a cargo de guías astrónomos. Y la luna, y Júpiter, y el cielo austral, tan distinto al nuestro ( norte).



Tras las huellas de Gabriela Mistral...



Dos premios Nobel de literatura otorgan a Chile un lugar de prevalencia en las letras.
Ya hablamos del camarada Pablo Neruda ( más bien de sus casas); ahora toca la Mistral.
Sí, Gabriela MIstral, la segunda mujer en obtener el Nobel era chilena, nacida por estas tierras, en un pueblo del Valle de Elqui, aquí al lado, vamos. Vicuña es el nombre del pueblo.
Antes, dos informaciones al tiro: el Valle de Elqui es un lugar conocido en todo Chile por producir la mayor parte del licor llamado pisco, el más popular en Chile. Una especie de aguardiente de cerca de 40º que sale de la fermentación de una variedad de uva.
Con el tiempo, va aumentando la producción de vino en el Valle, pero el pisco sigue bien presente. Todo esto en detrimento de los frutales, que se han ido arrancando a destajo para el cultivo de la vid; exportación manda.
Pero lo que sorprende al viajero cuando visita el Valle es el milagro del agua: desde la ruta el verde de los viñedos, poderoso, supone el motivo central en un cuadro alargado en el que el marco, tremendo de grande y de gris, lo ensalza. Un espectáculo.
Y una singular proeza humana, pues aquí solo llueve unos 15 días al año. Ahora bien, el aprovechamiento del recurso es sorprendente ya desde antaño.
En el camino, la Ruta G. Mistral, el pueblo G. Mistral, el puente G. MIstral, el museo G. MIstral, el polideportivo G. MIstral, las plazas y calles G. MIstral...
Gabriela Mistral nació, claro, en este Valle, en Vicuña, pero al poco su familia se mudó a Monte Grande, otro pueblecito del Valle, donde pasó su infancia y adonde pidió ser llevada muerta por haber sido el tiempo más feliz que recordaba haber vivido. Hasta legó los derechos de su obra a los curas de la zona para su administración en beneficio del pueblo.
Se hacía llamar Gabriela Mistral ( Gabriela por una poeta de la época y de la zona y Mistral por el viento del Valle), pero fue bautizada como Lucila del Perpetuo Socorro. Y fue bautizada apenas nacida, pues se la veía tan débil que temían muriera; así la encomendaron al Perpetuo Socorro.
Fue nombrada cónsul de Chile en varios lugares del mundo, entre ellos Madrid, donde se codeó con MIguel Hernández, F. Gª Lorca y otros muchos y llegó a obtener el premio nacional de literatura de Chile ¡6 años después que el Nobel!
Su poesía es a veces desgarradora ( en lo poco que la he leído, eh) y se sabe, detalle sin importancia hoy, no así en su época y sociedad, que era lesbiana.



Al tercer día en La Serena viene Tais, un holandés trabajando en Chile por unos meses que se presenta con la inmediata disculpa por el feo partido de su selección en la final del mundial de Sudáfrica. Para las chicas informo que este verano hubo mundial de fútbol.



Y con estas gratas impresiones en retina y corteza cerebral ponemos rumbno a San Pedro Atacama; el desierto más desierto del mundo nos espera.












domingo, 21 de noviembre de 2010

Vengo de irme...

   De despedirme vengo, del Océano Pacífico, aclaro, por un tiempo.

   Mis pasos ahora van hacia el interior y los idem.

   Dejo, pues, a mi espalda este oceanote grandote, de playas salpicadas de banderas rojas y alguna caleta, bien pocas, donde dan tregua al bañista. Este oceanote de aguas indomables, de  resaca y tente tieso. Este oceanote de arenas poderosas y grisáceas. Este oceanote de Humbolts y otros que le van añadiendo sus apellidos como los mejillones se adhieren a las rocas. Sobrio cual románico, las olas van llegando con su grueso contrafuerte, que parece que hayan de soportar la América toda, como si se venciera hacia este lado.

   A este mar de mares dejo, por ahora, a mi espalda, que los interiores ( los de la Pachamama y los que uno lleva dentro por descubrir aún) me reclaman.


   Creo que por un tiempo, quizás meses.


  

martes, 16 de noviembre de 2010

De casas, y otras cosas.

   ¿Os habréis fijado, seguro, en el inteligentísimo, a la par que atinado, comentario de nuestro Paco R., no? Ojo, sin asomo de coña, eh. Lo digo tal cual.

   Y da para mucho, ya lo creo. Que si las ideas preconcebidas, que si la simplificación de las mismas, que si la coherencia ( y en esto, tela, eh, que solo para ponernos de acuerdo en su contenido ya la tiramos larga), que si las "verdades", que si los envoltorios...

   ¡Quién soy yo para meterme a opinar de cosas que me exceden y debatir sobre el sentido de lo que nuestro bienamado Paco dice! No, no llegaría más allá que de unas frases más o menos ocurrentes, más o menos intuitivas. Osea, tontadas.

   Dejadme, pues, seguir con lo que había iniciado antes de que Paco elevara el tono hasta llevarlo a la esencia de las cosas; esto es, en el terreno de la mera improvisación facilona. O, como dicen aquí, " al tiro".

  " A menudo es difícil ser rojo sin un patrimonio que lo permita y D. Pablo lo tenía", dice P. Pues bien rojo podía permitirse ser; su patrimonio, al menos el inmobiliario, era de aúpa. Tres casas como tres palacios, de esas que te quitan el hipo; o te lo dan. Digo, tres de esas que eran suyas-de-él, solo de él, que fue dejando otras en manos de sus ex-esposas.
 
   Vale que le viniera por cónsul  y no por poeta ( los posibles, se entiende), pero por comunista se tenía cuando las fue adquiriendo. Hablamos de bienes raíces donde echó las idem, que tuvo también otras casas por el ancho mundo.

   Dejadme, ya que las mentamos, que os diga cuatro cosas de estas propiedades. Repito, sin intenciones ocultas: la de Santiago, en una zona privilegiada, a las faldas del Cerro San Cristóbal. Aún hoy es un lugar verde y espectacular. La Chascona, la llamó, por el revoltoso cabello de su mujer de entonces, Matilde.

   La de Valparaiso, La Sebastiana, se halla bien iniciada la subida a uno de los cerros de la ciudad, y desde ella se divisa toda la bahía; otro espectáculo.

   Y llegamos a la Isla Negra, que, por cierto, no es isla; su favorita. Ahí vivió bastantes años entre ellos los últimos. De ahí lo sacaron, enfermo, para morir en un hospital de Santiago. Esta casa es una obra de arte que fue diseñando conforme los años iban pasando desde el momento en que compró el terreno y la comstrucción (70 ms) que en él había a un español hasta sus 700 ms. actuales.

   Voy a intentar describiros algunos aspectos que yo creo de interés, pues no se puede fotografiar el interior, que es donde reside su esplendor. Amén del emplazamiento, claro está.

   Digamos que son como dos concepciones: una, de barco ( a él le gustaba calificarse de marinero en tierra); la otra, según el modelo de las casas del sur donde vivió de niño.

   La primera, con techos curvos y puertas angostas, como si de un verdadero barco se tratara. Colecciones de figurasde cascarones de proa y popa que quitan el aliento, ventanales descomunales hacia el mar, ese mar de piedras negras que dan nombre a la zona.

   La segunda, más libérrima, tiene salas dedicadas:  a un enorme caballo de papel cuché, un retrete erótico-surrealista...

   Se ve que gustaba de coleccionar cosas y las hay ( colecciones) por doquier. No colecciones menudas, no, sino muy trabajadas. Cristalería, loza, conchas, barquitos en botellas, instrumentos náuticos, máscaras, instrumentos de navegación, diablillos mexicanos, tallas...Todo con un gusto refinado.

   Por lo visto recibía a sus amistades y hacían mascaradas, preparaban aperitivos exquisitos, celebraban fiestas. Pero, he ahí lo sorprendente ( para mi al menos), nunca preparó una habitación para que se alojaran. Por muy espaciosa que era la casa, no se quedaban en ella las visitas; y eso estaba más bien a desmano en aquellos años.
   Fuera, su tumba y la de su última mujer ( no se puede decir que las coleccionara, pero tuvo varias también) en lo que sería la proa de un barco. De esto sí creo que hay foto.

   No sé porqué ( realmente no se parecen en nada) me venía en mente la casa de Port Lligat de Salvador Dalí.


   Vamos con las otras cosas. No pretendo ni ser exhaustivo ni sistemático, eh. Cosas al tiro, como decíamos: a veces intento meterme en la piel de alguien que llega a España por vez primera y descubrir en este juego qué me chocaría por las calles. Siempre he pensado que la gran cantidad de bares y estancos. Pues las farmacias vienen a ser aquí lo que los bares y estancos en España. Las hay por castigo. Si estás enfermo, vas a la farmacia antes que al médico; por cierto, apenas se ven consultorios. El otro día y viendo que la guerra de trincheras contra el virus no me daba buenos réditos, a la farmacia que me fui en Valparaiso. Esperé mi turno ( había otros " pacientes" explicando sus síntomas) e hice lo propio: le conté a la química ( así se llaman quienes regentan estos establecimientos) lo que me pasaba, le tosí, contesté a sus preguntas y me hizo un tratamiento: expectorante y antibiótico 500 mgs. Como yo quería indagar sobre estos procedimientos ella me aclaró que el mancebo no hubiera podido vendérmelos, pero que ella sí, pues era la química. De eso hace tres días y cierta evidente mejoría.

   De resultas de estas mis pesquisas he descubierto que la sanidad pública tiene muchas carencias y está muy muy corrompida. Me explico: Ángel, que lleva varios años viviendo aquí y cuya esposa e hijos son chilen@s, fue muy claro: si tienes una enfermedad muy grave, te mueres; y si es solo grave, probablemente también, salvo que tengas dinero y vayas a la privada. Otro chileno me explicó que la corrupción en la sanidad ( fundamentalmente con las recetas y medicamentos) era producto de los bajos sueldos del sector. Sea por eso o por otras razones, nadie discute que la corrupción es grande.

   Las casas: por lo que voy observando por ciudades, pueblos y carreteras, las construcciones suelen ser de planta calle nomás, al menos extrarradios y mundo rural. Y de muy mala calidad de materiales: madera, chapa, techos de zinc. En la Santiago de las zonas de servicios y residenciales, todo cambia.

    Al aguacate, nombre amerindio donde los haya, lo llaman palta.

    En los restaurantes te preguntan que qué quieres como agregado ( acompañamiento de plato principal).

   Ves" la polla" por todos lados; están refiriéndose a un juego de lotería muy popular.

   La verdad es que tienen una enorme riqueza de modismos.

   En cuanto a las cuestiones de moralidad ( sexo), la hipocresía es mayúscula. Tras la aparienca de sociedad católica y moralista hay un torrente de trasiego sexual sorprendente. Sirva un ejemplo: hay un buen número de hotelitos que se ocupan por horas, generalmente en la capital la hora de la comida en las zonas de servicios. Los llaman "pollos ..." ( mierda, no lo recuerdo en este momento; lo siento) porque en ese tiempo se compran un pollo que se han de comer rápidamente y darse al folleteo con algún/ a compañer@ de trabajo. A la tarde, dignamente, a casa con la legítima.

   Y más cosas que os iré relatando conforme las vaya observando y las fuerzas no me abandonen.

   Mañana para La Serena; a ver qué tanto hay de cierto en el nombre de la ciudad...

   .

  




 

 

domingo, 14 de noviembre de 2010

¡Coño, el Pacífico!

¡Y qué decir de semejante océano, si ya el tal Núñez de Balboa ( ¿ fue él, no? Se ruega confirmar en libro de la ESO) lo dijo todo con solo nombralo, forzando al máximo así  tropos y libertad literarios en este magno ejercicio de conceptualismo surrealista!

En el camino.

   Son las 4pm. hora local. Desde este cerro que llaman ( un momento, que voy a consultar el plano que llevo en el bolsillo; ah, sí: San Cristóbal), eso, S. Cristóbal, veo la ciudad que se extiende cual tortilla con tropezones( los rascacielos, que los hay; yo pensaba que no, por lo de los terremotos, vaya) hasta donde otros cerros o montañotas la contienen. Y aun estas a duras penas, que el urbanismo trepa en Iberoamérica con alegría de pobres.

   Entre tanto ( de la cantidad, no de tiempo), el Estadio Nacional, de Augusto y cruel  recuerdo, hoy rojo ( de color pintado, que ya tiene guasa, ya) ofrece un fuerte contrapunto a las nieves de las cumbres, tan poderosas, tan cercanas.

   La Avda. Providencia, el Río Mapocho ( lo más bonito el nombre)...Efectivamente, vuestro Baku se encuentra en Saantiago, de Chile, se entiende.

   ¿Que cómo he llegado hasta aquí? Pues en el funicular, por 950 pesos; fácil.

   ¡Ah, la ciudad! Pues con Iberia, va para 30 y tantas horas ( no decir pico, que es palabra malsonante).

   ¿Que por qué iniciar mi particular " Camino de Santiago" precisamente por Santiago de Chile es harina de otro costal, del de azares y caprichos de las tarifas de las compañías aéreas: Madrid-Santiago Cl., Santiago Cl.-Madrid ( 08 nov./ 14 abril), 3,400 puntos Iberia plus.

   Pero volvamos al cerro. Hoy, con sol ( ayer me recibió un cielo gris y un clima húmedo tirando a fresco) los Andes se imponen cual tapia de patio de recreo infantil.

   No es el impacto-sopetón total de las pirámides de Gizeh en Giza, El Cairo, pero va por ahí.

   Y desde el cerro aún se hace más patente y potente.

   En la cima, cómo no, su santuario mariano, este con rincón para agradecimientos varios, ya fungibles ( velas), ya inventariables ( placas). ¡Cómo de cercanas son las cosas en puntos tan distantes, eh. Como en la India, ¿verdad muchach@s? Cima que veo, santuario que te arreo. A la Virgen o a Krishna, detalles.

   ¡Ay, si me viera capaz de acompañar estas letras con alguna fotografía! ¡Yo os invoco, Dios@s Crueles de la Informática, para que liberéis a este Segismundo encadenado por su torpeza!

   Dices, pues, Baku, que pasan de 30 las horas que llevas por estos lares. Dinos, dinos qué has hecho en este tiempo. Claro, claro: pues tras dejar el aeropuerto ( podría estar en cualquier otra ciudad), bus, metro y a buscar la dirección del bueno de Ricardo, alma gentil que me acoge en su casa unos días y que resulta ser, además de tal, divertido y rápido de cabeza cual centella. Y con sus buenas arrobas de bonhomía.

   Me deja, llaves y a mi mismo, y me lanzo a pasear y pasear para hacerme un poco a la ciudad y conjurar el cansancio de la noche viajando con el niño llorón de al lado, que si me dejo me dormiré y no conviene para superar el estacazo ( traducción directa) del cambio horario.

   Y en este pasear, voy haciendo " paradinhas" varias: oficinas de turismo, iglesias, bares, librerías...

   A la noche, velada zaragozana con Ric, Jorge ( trabaja con él) y algunas cervezas.

   Despedida y al saco ( literal).

   Ah, se me olvidaba: os echo mucho de menos y he comprado billete para Isla de Pascua; 9 de abril, qué remedio si uno no es business class.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Varado en Valparaiso...

   Si te apetece, mañana a eso de las 7 am. voy para Viña del Mar, me dijo hace unos días Ricardo. Yo ya pensaba, ya, pero unos días más tarde. Claro, me tentó la idea de viajar con Ric, a pesar de la hora ( eran más de la 1 cuando me lo proponía, y aun debía disponer lo necesario) y de cierto cansancio. También por charlar durante el viaje con Ric, a quien ya califiqué en la anterior entrada santiaguera como un tipo genial.

   " Tírate del auto"-me dijo al legar a Viña-, que llego tarde a   la reunión. Y añadió: Viña es como Benidorm, pero si continúas por la costa llegarás a Valparaiso, que sí es linda.

   No le di muchas más opciones a Viña del Mar. Bueno, sí, toparme con el Océano Pacífico ( ver otra entrada; esta con foto) y pasear un rato.

   Y sí, siguiendo la costa se llega a Valparaiso...en varias horas. Mejor tomar un bus, que muchas líneas son compartidas por ambas ciudades.

   Ya Valparaiso es otra cosa; se nota apenas llegas. Digo, de interesante y bonita. Y algo rara, añadiría. Una ciudad que nace por y para su puerto, pero que desarrolla una evidente vocación de cabra que siempre tira al monte colonizando cerro tras cerro, siempre en dirección contraria al mar que la parió.

   No es cuestión de entrar en muchos datos históricos, pero parece que tuvo un desarrollo espectacular en muy pocos años producto del comercio, primero de la exportación del trigo chileno hacia la California de la fiebre del oro y luego de otros bienes . Hablamos del XIX, claro. La apertura del Canal de Panamá la dejó muy tocada.

   Esos cerros se las gastan en altura, eh. Solución que se les ocurrió: poner una especie de elevadores, nada menos que 15, entre  1883 y 1916. Y ahí que siguen casi todos en funcionamiento para moradores y turistas, más de lo primero.

   Y las casas, de  madera mayormente, de algunos cerros han sido recuperadas para el turismo a puro de pintarlas de atractivos colores, lo que ha dado lugar a zonas muy muy coquetas para el deambular de los visitantes. Todas ellas bien provistas de coquetos restaurantes, hoteles, hostels, bares y tiendecitas de arte, sobre todo.

   El caso es que por esto, por su comida ( buenas pailas marinas, una especie de sopa bien surtida de mariscos) y su ambiente en general ( añádase que hay un Fórum Internacional de las Culturas por estas fechas; bueno, hoy hay tunos, pero ayer había ópera), aquí que llevo 3 días, cuando había traído ropa para una tarde, máximo una dormida. Habrá que volver, digo yo, a esa Santiago que desde aquí se ve aun más grande. Quizás mañana.

   Y por fin hemos entrado en la vida de "hostel": gentes viajeras con mucho que contar. Qué sé yo: Carlos, argentino, 2 años viajando con sus cerca de 60 tacos; Nirit, israelí, 24 años, con un español aprendido en dos meses en Buenos Aires, por citar dos ejemplos. A mi este barrillo me va, ya lo sabéis, querid@s.

   Miguel me dice en un comentario que  visite la Casa de Neruda en Isla Negra, que está por estos lares. Pero vaya con el maestro: ¡tres casas poseen el marchamo de casa de Neruda, y las tres de postín; menuda vida se llevaba nuestro Pablito! La Chascona, en Santiago ( ¡ y en qué zona, eh, junto al cerro!), La Sebastiana, en Valaparaiso y esta de la Isla Negra. Gran pionero del boom inmobiliario, a lo que parece...

   Sea como fuere, yo tan a gusto en mi hostel Licanantay, llevado por gente muy amable y con mucho que compartir. Como compañeros de cubil, ayer una pareja de australianos, hoy un parisino y dos checos.

   Olvidaba contaros que aquí, no en Santiago, he visto grafitis de Salvador Allende. Parece que es una ciudad más politizada. Ya sabemos que con el golpe de D. Augusto, quien no se podía escapar del pais venía a confundirse entre estas calles.