viernes, 12 de noviembre de 2010

Varado en Valparaiso...

   Si te apetece, mañana a eso de las 7 am. voy para Viña del Mar, me dijo hace unos días Ricardo. Yo ya pensaba, ya, pero unos días más tarde. Claro, me tentó la idea de viajar con Ric, a pesar de la hora ( eran más de la 1 cuando me lo proponía, y aun debía disponer lo necesario) y de cierto cansancio. También por charlar durante el viaje con Ric, a quien ya califiqué en la anterior entrada santiaguera como un tipo genial.

   " Tírate del auto"-me dijo al legar a Viña-, que llego tarde a   la reunión. Y añadió: Viña es como Benidorm, pero si continúas por la costa llegarás a Valparaiso, que sí es linda.

   No le di muchas más opciones a Viña del Mar. Bueno, sí, toparme con el Océano Pacífico ( ver otra entrada; esta con foto) y pasear un rato.

   Y sí, siguiendo la costa se llega a Valparaiso...en varias horas. Mejor tomar un bus, que muchas líneas son compartidas por ambas ciudades.

   Ya Valparaiso es otra cosa; se nota apenas llegas. Digo, de interesante y bonita. Y algo rara, añadiría. Una ciudad que nace por y para su puerto, pero que desarrolla una evidente vocación de cabra que siempre tira al monte colonizando cerro tras cerro, siempre en dirección contraria al mar que la parió.

   No es cuestión de entrar en muchos datos históricos, pero parece que tuvo un desarrollo espectacular en muy pocos años producto del comercio, primero de la exportación del trigo chileno hacia la California de la fiebre del oro y luego de otros bienes . Hablamos del XIX, claro. La apertura del Canal de Panamá la dejó muy tocada.

   Esos cerros se las gastan en altura, eh. Solución que se les ocurrió: poner una especie de elevadores, nada menos que 15, entre  1883 y 1916. Y ahí que siguen casi todos en funcionamiento para moradores y turistas, más de lo primero.

   Y las casas, de  madera mayormente, de algunos cerros han sido recuperadas para el turismo a puro de pintarlas de atractivos colores, lo que ha dado lugar a zonas muy muy coquetas para el deambular de los visitantes. Todas ellas bien provistas de coquetos restaurantes, hoteles, hostels, bares y tiendecitas de arte, sobre todo.

   El caso es que por esto, por su comida ( buenas pailas marinas, una especie de sopa bien surtida de mariscos) y su ambiente en general ( añádase que hay un Fórum Internacional de las Culturas por estas fechas; bueno, hoy hay tunos, pero ayer había ópera), aquí que llevo 3 días, cuando había traído ropa para una tarde, máximo una dormida. Habrá que volver, digo yo, a esa Santiago que desde aquí se ve aun más grande. Quizás mañana.

   Y por fin hemos entrado en la vida de "hostel": gentes viajeras con mucho que contar. Qué sé yo: Carlos, argentino, 2 años viajando con sus cerca de 60 tacos; Nirit, israelí, 24 años, con un español aprendido en dos meses en Buenos Aires, por citar dos ejemplos. A mi este barrillo me va, ya lo sabéis, querid@s.

   Miguel me dice en un comentario que  visite la Casa de Neruda en Isla Negra, que está por estos lares. Pero vaya con el maestro: ¡tres casas poseen el marchamo de casa de Neruda, y las tres de postín; menuda vida se llevaba nuestro Pablito! La Chascona, en Santiago ( ¡ y en qué zona, eh, junto al cerro!), La Sebastiana, en Valaparaiso y esta de la Isla Negra. Gran pionero del boom inmobiliario, a lo que parece...

   Sea como fuere, yo tan a gusto en mi hostel Licanantay, llevado por gente muy amable y con mucho que compartir. Como compañeros de cubil, ayer una pareja de australianos, hoy un parisino y dos checos.

   Olvidaba contaros que aquí, no en Santiago, he visto grafitis de Salvador Allende. Parece que es una ciudad más politizada. Ya sabemos que con el golpe de D. Augusto, quien no se podía escapar del pais venía a confundirse entre estas calles.





  

  

  

  

  

1 comentario:

  1. A menudo es difícil ser rojo sin un patrimonio que lo permita y D. Pablo lo tenía. Es el uso que se da a las cosas y no su pertenencia lo que dignifica al propietario y a la propiedad.
    Cuando llegues a los Andes ya me dirás si es cierto lo que sigue:

    Ronca es la americana cordillera,
    nevada, hirsuta y dura,
    planetaria:
    allí yace el azul de los azules,
    el azul soledad, azul secreto,
    el nido del azul, el lapislázuli,
    el azul esqueleto de mí patria.
    (...)
    (Las Piedras del Cielo. Pablo Neruda)

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