martes, 16 de noviembre de 2010

De casas, y otras cosas.

   ¿Os habréis fijado, seguro, en el inteligentísimo, a la par que atinado, comentario de nuestro Paco R., no? Ojo, sin asomo de coña, eh. Lo digo tal cual.

   Y da para mucho, ya lo creo. Que si las ideas preconcebidas, que si la simplificación de las mismas, que si la coherencia ( y en esto, tela, eh, que solo para ponernos de acuerdo en su contenido ya la tiramos larga), que si las "verdades", que si los envoltorios...

   ¡Quién soy yo para meterme a opinar de cosas que me exceden y debatir sobre el sentido de lo que nuestro bienamado Paco dice! No, no llegaría más allá que de unas frases más o menos ocurrentes, más o menos intuitivas. Osea, tontadas.

   Dejadme, pues, seguir con lo que había iniciado antes de que Paco elevara el tono hasta llevarlo a la esencia de las cosas; esto es, en el terreno de la mera improvisación facilona. O, como dicen aquí, " al tiro".

  " A menudo es difícil ser rojo sin un patrimonio que lo permita y D. Pablo lo tenía", dice P. Pues bien rojo podía permitirse ser; su patrimonio, al menos el inmobiliario, era de aúpa. Tres casas como tres palacios, de esas que te quitan el hipo; o te lo dan. Digo, tres de esas que eran suyas-de-él, solo de él, que fue dejando otras en manos de sus ex-esposas.
 
   Vale que le viniera por cónsul  y no por poeta ( los posibles, se entiende), pero por comunista se tenía cuando las fue adquiriendo. Hablamos de bienes raíces donde echó las idem, que tuvo también otras casas por el ancho mundo.

   Dejadme, ya que las mentamos, que os diga cuatro cosas de estas propiedades. Repito, sin intenciones ocultas: la de Santiago, en una zona privilegiada, a las faldas del Cerro San Cristóbal. Aún hoy es un lugar verde y espectacular. La Chascona, la llamó, por el revoltoso cabello de su mujer de entonces, Matilde.

   La de Valparaiso, La Sebastiana, se halla bien iniciada la subida a uno de los cerros de la ciudad, y desde ella se divisa toda la bahía; otro espectáculo.

   Y llegamos a la Isla Negra, que, por cierto, no es isla; su favorita. Ahí vivió bastantes años entre ellos los últimos. De ahí lo sacaron, enfermo, para morir en un hospital de Santiago. Esta casa es una obra de arte que fue diseñando conforme los años iban pasando desde el momento en que compró el terreno y la comstrucción (70 ms) que en él había a un español hasta sus 700 ms. actuales.

   Voy a intentar describiros algunos aspectos que yo creo de interés, pues no se puede fotografiar el interior, que es donde reside su esplendor. Amén del emplazamiento, claro está.

   Digamos que son como dos concepciones: una, de barco ( a él le gustaba calificarse de marinero en tierra); la otra, según el modelo de las casas del sur donde vivió de niño.

   La primera, con techos curvos y puertas angostas, como si de un verdadero barco se tratara. Colecciones de figurasde cascarones de proa y popa que quitan el aliento, ventanales descomunales hacia el mar, ese mar de piedras negras que dan nombre a la zona.

   La segunda, más libérrima, tiene salas dedicadas:  a un enorme caballo de papel cuché, un retrete erótico-surrealista...

   Se ve que gustaba de coleccionar cosas y las hay ( colecciones) por doquier. No colecciones menudas, no, sino muy trabajadas. Cristalería, loza, conchas, barquitos en botellas, instrumentos náuticos, máscaras, instrumentos de navegación, diablillos mexicanos, tallas...Todo con un gusto refinado.

   Por lo visto recibía a sus amistades y hacían mascaradas, preparaban aperitivos exquisitos, celebraban fiestas. Pero, he ahí lo sorprendente ( para mi al menos), nunca preparó una habitación para que se alojaran. Por muy espaciosa que era la casa, no se quedaban en ella las visitas; y eso estaba más bien a desmano en aquellos años.
   Fuera, su tumba y la de su última mujer ( no se puede decir que las coleccionara, pero tuvo varias también) en lo que sería la proa de un barco. De esto sí creo que hay foto.

   No sé porqué ( realmente no se parecen en nada) me venía en mente la casa de Port Lligat de Salvador Dalí.


   Vamos con las otras cosas. No pretendo ni ser exhaustivo ni sistemático, eh. Cosas al tiro, como decíamos: a veces intento meterme en la piel de alguien que llega a España por vez primera y descubrir en este juego qué me chocaría por las calles. Siempre he pensado que la gran cantidad de bares y estancos. Pues las farmacias vienen a ser aquí lo que los bares y estancos en España. Las hay por castigo. Si estás enfermo, vas a la farmacia antes que al médico; por cierto, apenas se ven consultorios. El otro día y viendo que la guerra de trincheras contra el virus no me daba buenos réditos, a la farmacia que me fui en Valparaiso. Esperé mi turno ( había otros " pacientes" explicando sus síntomas) e hice lo propio: le conté a la química ( así se llaman quienes regentan estos establecimientos) lo que me pasaba, le tosí, contesté a sus preguntas y me hizo un tratamiento: expectorante y antibiótico 500 mgs. Como yo quería indagar sobre estos procedimientos ella me aclaró que el mancebo no hubiera podido vendérmelos, pero que ella sí, pues era la química. De eso hace tres días y cierta evidente mejoría.

   De resultas de estas mis pesquisas he descubierto que la sanidad pública tiene muchas carencias y está muy muy corrompida. Me explico: Ángel, que lleva varios años viviendo aquí y cuya esposa e hijos son chilen@s, fue muy claro: si tienes una enfermedad muy grave, te mueres; y si es solo grave, probablemente también, salvo que tengas dinero y vayas a la privada. Otro chileno me explicó que la corrupción en la sanidad ( fundamentalmente con las recetas y medicamentos) era producto de los bajos sueldos del sector. Sea por eso o por otras razones, nadie discute que la corrupción es grande.

   Las casas: por lo que voy observando por ciudades, pueblos y carreteras, las construcciones suelen ser de planta calle nomás, al menos extrarradios y mundo rural. Y de muy mala calidad de materiales: madera, chapa, techos de zinc. En la Santiago de las zonas de servicios y residenciales, todo cambia.

    Al aguacate, nombre amerindio donde los haya, lo llaman palta.

    En los restaurantes te preguntan que qué quieres como agregado ( acompañamiento de plato principal).

   Ves" la polla" por todos lados; están refiriéndose a un juego de lotería muy popular.

   La verdad es que tienen una enorme riqueza de modismos.

   En cuanto a las cuestiones de moralidad ( sexo), la hipocresía es mayúscula. Tras la aparienca de sociedad católica y moralista hay un torrente de trasiego sexual sorprendente. Sirva un ejemplo: hay un buen número de hotelitos que se ocupan por horas, generalmente en la capital la hora de la comida en las zonas de servicios. Los llaman "pollos ..." ( mierda, no lo recuerdo en este momento; lo siento) porque en ese tiempo se compran un pollo que se han de comer rápidamente y darse al folleteo con algún/ a compañer@ de trabajo. A la tarde, dignamente, a casa con la legítima.

   Y más cosas que os iré relatando conforme las vaya observando y las fuerzas no me abandonen.

   Mañana para La Serena; a ver qué tanto hay de cierto en el nombre de la ciudad...

   .

  




 

 

2 comentarios:

  1. Me alegra que tu salud se mejore ¿hay herbolarios? ya sabes rollo naturista....¿Y Nicanor P? ¿tiene casicas por ahi? Te siento feliz y con ganas así que dos abrazos. Pilar

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  2. Todo muy interesante, sin duda. Sigue contando y no te dejes amedrentar por las dificultades técnicas para poner fotos.
    Besos

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