viernes, 3 de diciembre de 2010

Comienzan las "javieradas"...

Ya tardaba, ya, el bueno de Javier en caer en alguna de las suyas ( suyas sus sogas, suyos sus trompicones). Y no será la última, témome.
Nuestro tontaina alquiló su bici y se lanzó a hacer ese recorrido que todo el mundo aseguraba era fácil: Pukará de Quitor, Garganta del Diablo y Catarpe.
¡Bien por el comienzo: encuentra el camino sin perderse una sola vez!
Ya adentrado en el camino se va extrañando de que, cual escena de El Expreso de Medianoche, todo el mundo viene de frente, nadie en su dirección. Algo raro, pues no son las 16 h. todavía.
Bueno, sigamos. Más de lo mismo: vienen y vienen; nadie va, salvo yo mismo amén.
Parada en el Pukará de Quirón.
Se llaman pukarás a esas construcciones defensivas que los atacameños hacían para defenderse, ya entre ellos, ya de los Incas, ya luego de los españoles. Obviamente, en cerros apropiados, como este en Quirón, famoso por ser el último que resistió a Pedro de Valdivia. Que, además,. está bastante conservado y aun restaurado en parte.
Seguimos.
¡Coño, un rio! ¿ Y esto? Nadie me había dicho. Busquemos por donde cruzarlo. Pues parece que no queda más remedio que echarse con la bici. Con algo de carrerilla, lo sortearemos; malo será. Malo fue. Como suele pasar en estos casos ( ¡olé por Murphy!) justo en mitad, al agua que caigo. ¡Qué le vamos a hacer, tampoco es tan grave!
Seguimos. Y ya nadie en derredor, ni de frente siquiera. Raro, raro.
Al Cañon del Diablo pues.
Impresionante. Un desfiladero más terroso que rocoso, pero angosto en un punto que hay que dejar la bici y seguir a pie. Precioso, espectacular. ¡Qué raro que nadie ande por aquí, no!
La verdad, es acojonante y acojona un poco. De esos lugares donde la soledad y el silencio atenazan. Y más al cobardica de nuestro héroe de pacotilla.
Hala, volvamos al camino, que no hay por qué tentar en exceso y ya hemos visto un buen tramo del Cañon.
En eso estamos cuando, al doblar una loma, zas, tres perrazos enormes. Bien de adrenalina y de recuerdos de pasadas experiencias perrunas al cerebro ( quizás recordéis la aventurilla del Gran Hijo del Can en Palmira del año pasado...), apresurada media vuelta y a tope de pedaladas sin más dilación. ¡Coño, el río de antes! Más de lo de antes, pues. Y, con el miedo, a buscar otra dirección bordeando. Y unos metros más allá, otra caída al agua. Y otra para seguir escapando y esconderme un rato.
Chipiado y acojonado, me entretengo en seguir acojonado y escondido. Ya al rato me atrevo a salir. ¡Pero si hay que volver a cruzar el puto río! Pues hala, otra de agua.
¿Sabéis cómo se llamaba el río? Putama, que ya tiene guasa, ya.
Y a seguir. Y nadie en derredor, ni hombres ni canes. Y vamos haciendo kms. y horas. Raro, raro.
Se divisa Catarpe y se acerca el crepúsculo, y yo aquí, solo y mojado. ¡A que pasa cualquier cosa y se me echa la noche encima! Y yo con estos pelos ( léase mojado y con cara de susto). De vuelta sin más.
Orden recibida, orden acatada. A S. Pedro Atacama sin más demora.
Ah, el río; ya sabéis...
Y a toda pastilla al punto de salida. Y ahí sí, ya al final del trayecto de vuelta me cruzo con dos personas, uf.
Y llego al pueblo con bien. Helados los pies, añado.
Me cambio, agarro cuanto puedo de abrigo y voy a devolver la bici, que cierran a las 21 h.
No servirá de nada a la literatura de aventuras, pero quizás sí a la objetividad saber que luego vi a esos mismos canes paseando por las calles de SPA. Ni eran tan grandes, ni tan solitarios ( su dueño los seguía).


3 comentarios:

  1. Qué patán que eres, tío...
    Te cuidado con esto de ir solo por parajes solitarios, que no siempre se solventan las aventuras con unos inocentes remojones. A ver quién te va a ayudar si te partes una pierna cruzando el río... ah, bueno, sí, los perros te ayudarán, claro...
    Abrazos!

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  2. Bueno es saber que ha sido una aventura con final feliz. Hubiera sido divertido ver la cara que ponías ya en el pueblo al ver perros y dueño.
    Besos
    Ana Rosa

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  3. ¡Si comienzan las javierdadas es que esto va en serio! Cuida con los perros de arriba y de abajo. Un abrazo de nieve. Pilar

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